sábado, noviembre 05, 2005

Trampas de exclusión

Ha empezado un debate sobre los males que acosan a los inmigrantes y sus descendientes en los suburbios franceses, su diagnosis y posibles remedios. Aunque la exclusión sea más visible cuando afecta a colectivos fácilmente identificables, como los musulmanes en Francia, los negros en EEUU o los gitanos en España, la exclusión no les afecta sólo a ellos. También afecta a blancos, cristianos y payos y no se puede entender el fenómeno sin ahondar en las causas comunes que flagelan a todos. Ya habrá tiempo para afinar y reflexionar sobre los hechos diferenciales que se ceban más sobre unos colectivos que sobre otros.

Tanto EEUU como Europa continental y mediterránea tienen trampas de exclusión que afectan a todos los colectivos, nativos o inmigrantes, blancos o negros. Sin embargo ambos lados del Atlántico son mundos diferentes como explica Paul Krugman en su excelente artículo “Europa sin trabajo, América sin un céntimo”. La Europa euroesclerótica es una trampa de exclusión del mercado laboral, mientras que en EEUU existe una trampa de pobreza. Tener trabajo allí no es una garantía de salir de la miseria. A años luz del mito del sueño americano, la movilidad social en EEUU es en realidad muy baja. Los salarios de los menos cualificados laboralmente son de miseria y eso es un círculo vicioso que tiene consecuencias en el futuro. Ni ellos ni sus hijos probablemente podrán pagarse una buena educación (la universidad es carísima) o dispondrán de una red de relaciones en la que apoyarse. La movilidad de sus hijos no es imposible, siempre surgen talentos excepcionales que se abren camino en la dificultad, pero serán los menos.

En Europa continental y mediterránea la regulación que “protege” a los trabajadores tiene efectos nefastos sobre el paro. Los que tienen la suerte de trabajar gozan de la protección de salarios mínimos y de una legislación que restringe los despidos y castiga a las empresas con indemnizaciones, pero eso aumenta el número de los excluidos del mercado laboral. Las empresas no quieren saber nada de aquellos cuya productividad no saben si compensará el alto coste de los contratos.

¿Es posible salir de estos dos modelos que inevitablemente nos arrastran a alguno de los dos tipos de trampa? Aparentemente sí. El modelo nórdico funciona en la Europa del Norte, aunque tenga que reinventarse de vez en cuando a sí mismo para adaptarse a los nuevos tiempos: Unos mercados de bienes, servicios y trabajo liberalizados pero con generosas prestaciones sociales que actúan como una red de seguridad, evitan los dos tipos de exclusión social. Sin embargo todavía está por demostrar cómo funcionaría en otros sitios. Posiblemente habría que reinventar la socialdemocracia nórdica para adaptarla a nuestra idiosincrasia ibérica. Seguramente aquí no podría ser igual de generosa, pero sólo es una suposición. La receta no es automática. Hay que hilar fino para que la generosidad no se convierta en dependencia.

En resumen, que ni el estado mínimo es una solución contra la exclusión, como nos lo demuestra el caso de EEUU, ni tampoco el estado metomentodo, como pueden comprobar los franceses. Soy mucho más partidario de un Estado que dé libertad a las empresas y los mercados, mientras utiliza inteligentemente el gasto social para mejorar la igualdad de oportunidades y luchar del mejor modo posible contra la doble trampa de la exclusión sin caer en la trampa de la dependencia.

1 Comments:

Blogger R. Senserrich said...

Excelente artículo, pardiez. Totalmente de acuerdo.

11:35 p. m.  

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