Educación pública, educación privada
El jueves por la noche salí a cenar de vinos y tapas con dos amigos por Pamplona, una actividad muy recomendable y estimulante para la conversación amistosa, incluida la charla política. Uno de ellos trabaja en un colegio religioso concertado y la conversación se entretuvo por momentos en el tema de la educación. Por supuesto que la opinión de mi amigo no deja de ser una visión subjetiva desde el lado de quien vive la realidad del colegio religioso, pero yo confío en la sensatez y el buen criterio de mi amigo y hago mías buena parte de sus opiniones mientras no tenga nuevos datos u opiniones que me den más confianza.
Comparamos su colegio con un instituto público, los de los de más solera de la ciudad. Para mi sorpresa (yo esperaba que loase la enseñanza privada) me dijo que esencialmente la calidad de la enseñanza en las dos instituciones era similar. Él sostenía que la diferencia la marcaba la enseñanza en valores que se da en el colegio jesuita. Y no creo que se refiriese sólo a las clases de religión. Los valores religiosos son desde luego la diferencia competitiva que hace que unos padres lleven a sus hijos a un colegio religioso y otros a un colegio público o laico.
Así como la sociedad es plural, me pareció muy buena esta visión de la enseñanza también plural; religiosa y laica. Nadie tiene el monopolio de la verdad y por tanto nadie debe tener el monopolio tampoco sobre qué verdad enseñar. A veces desde la izquierda tendemos equivocadamente a centrarnos en la justicia social y descuidar la libertad. No deberíamos, porque la libertad es tan importante como la justicia. Libertad es el respeto por la elección individual, y también el respeto de las minorías. No soy tan dogmático como para pensar que no pueda ser yo quien está equivocado con mi preferencia laica. Así que prefiero que sean los padres quienes asuman la responsabilidad de equivocarse, aunque equivocarse suponga que a sus hijos se les enseñe que la homosexualidad es pecado y que el matrimonio del mismo sexo es perverso.
También estoy a favor de que el Estado financie la enseñanza para todos y que todo el mundo tenga acceso a una enseñanza de calidad. Es más, estoy a favor de que la enseñanza religiosa sea pagada por el Estado. De lo contrario no habría tal libertad de elección, porque sólo los ricos tendrían la posibilidad de elegir. Por supuesto que debe haber unas reglas mínimas sobre lo que se debe enseñar y lo que no se puede enseñar, tal y como hay ahora. No estamos hablando de desvirtuar esta libertad de elección, con un tipo de enseñanza que no sea aceptable bajo criterios de una sociedad liberal y democrática. Ojo, que esto implica que la enseñanza islámica también debe ser pagada por el Estado. Aquí no hay discriminaciones. No sé si a alguien especialmente sensible con el auge del islamismo se le estarán erizando los pelillos, pero esto debe ser así por pura coherencia.
Ya que estamos, voy a continuar hablando de financiación. En Navarra, y me imagino que en el resto de España es igual, hay discriminación a favor de los colegios públicos. Según me dijo mi amigo, el gobierno de Navarra (la enseñanza está transferida a las autonomías) gasta el doble por alumno en los colegios públicos que en los colegios concertados, y eso que en Navarra gobierna la derecha. Es una clara discriminación a favor de lo público, que haría imposible competir a los colegios concertados si no fuese porque tienen el plus de la enseñanza religiosa. Creo esto es injusto y que todos deberían competir en igualdad de condiciones.
Los colegios concertados son aparentemente más eficientes porque dan la misma calidad de enseñanza utilizando menos recursos. Según mi amigo en su colegio el coste de escolarizar un niño es de unos 300 euros al mes, mientras que en el instituto público sería de unos 500 euros. Las cifras son aproximadas, pero pueden dar una idea. ¿De donde viene la diferencia? Los profesores de la enseñanza privada tienen más horas de clase a la semana que los de la pública, unas 18 horas en la pública y 24 en la privada, y tal vez diferentes sueldos. El personal de administración es mucho más reducido en la privada, y el equipamiento, ordenadores y demás, es mejor en el colegio público.
La situación es tan desfavorable que los colegios concertados de Navarra están cobrando a los padres alrededor de 40 euros al mes en concepto de mejora del equipamiento, a pesar de que es una práctica absolutamente ilegal. La administración hace la vista gorda mientras se ahorran un dinero y los padres en general colaboran, a pesar de que no tienen ninguna obligación de hacerlo.
Me parece bien que haya enseñanza pública. Al fin y al cabo, en nuestro país no hay mucha tradición de enseñanza privada laica y alguien tiene que cubrir ese hueco. Pero creo que su gestión debería guiarse por criterios empresariales y competitivos, como una empresa pública, y competir en igualdad de condiciones con los colegios concertados. No es de recibo que la enseñanza privada sea más eficiente en gasto de recursos que la pública, o que los profesores de la privada tengan que dar más horas de clase que los de la pública. Además, más importante que la competencia económica, sería un marco para que competiesen por una mejor calidad de enseñanza. Admito que la transición se haga gradualmente para que no sea traumática. Con el tiempo creará “escuela” y maneras entre el personal de los colegios públicos y permitirá que haya cada vez más colegios privados laicos.
Confieso que no he pensado mucho sobre el mejor método de financiación y no tengo una opinión formada. Los cheques escolares parecen a primera vista la mejor forma de fomentar la competencia entre colegios, pero me da mala espina. Me da miedo de que los gobiernos vayan reduciendo la cuantía de los cheques hasta que la educación gratuita deje de tener calidad suficiente. Tal vez una forma de concierto, no muy diferente de la actual, sea una forma más segura de garantizar financiación suficiente para los colegios.
La famosa (o infame) LOGSE, nacida bajo el gobierno de González, es uno de los ejemplos que a veces nos podrían restregar por la cara a los de izquierdas para demostrarnos que aún partiendo de unas muy buenas e idealistas intenciones, los resultados de ciertas ideas son bastante desastrosos. Las consecuencias ya las conocemos. La calidad de la los resultados escolares en España ha decaído extraordinariamente y estamos a la cola de Europa. El gobierno de Zapatero lo reconoce implícitamente cuando está horneando la LOE (bastante similar a la LOCE del PP) para reformar algunos de los incentivos más perversos de la LOGSE. Bajo mi punto de vista, lo peor de la LOGSE es el énfasis en la igualdad de los alumnos, y el hecho de que en la ESO los alumnos pasen de curso con todas las asignaturas suspendidas. Por supuesto que es más fácil llegar a esta conclusión a toro pasado que en su momento.
La igualdad en las aulas a toda costa es un error porque el nivel de la clase lo marcan los estudiantes mediocres. Por un lado el profesor no puede avanzar más rápido, si hay estudiantes que no les siguen. Por otro lado los alumnos mediocres crean entre sus compañeros una cultura del vago, que se contagia al resto de los alumnos. La no exigencia de aprobar asignaturas es quizás peor todavía. No sólo hace que los alumnos perezosos se añaden al carro de los mediocres, sino que no ayuda a educar a los chavales en uno de los valores más importantes que podrían aprender en el colegio, el valor del esfuerzo. Se trata de un valor tanto o más importante que los conocimientos que puedan recibir.
La manga ancha tenía cierta lógica. Tampoco tiene sentido que los peores alumnos se queden indefinidamente envejeciendo por el colegio sin que tampoco les aproveche educativamente repetir curso. Pero la solución no es pasar cursos sin esfuerzo, sino más bien los denostados itinerarios educativos. Como decíamos, el nivel de la clase lo marcan los estudiantes mediocres, y la única forma de que esto no ocurra es dar a cada alumno una educación de acuerdo con su capacidad. Sí, esta es una forma temprana de fomentar la desigualdad, pero tampoco tiene sentido fomentar la igualdad sí ésta ha de hacerse igualando a todos en el nivel más bajo posible.
La educación tiene muchos matices. Resulta simplista clamar que la educación ha de ser pública o privada. ¿A qué nos estamos refiriendo? Podemos tener gestión privada con financiación pública, o justo lo contrario, y tampoco es lo más relevane. Lo importante es que todo el mundo tenga acceso a una educación de calidad, y eso sólo puede garantizarse con financiación pública. Pero no es suficiente. Lo que marca la diferencia en calidad no es la propiedad pública o privada de los colegios, sino un buen marco para la educación que no desincentive el esfuerzo y que no iguale a todos los alumnos por debajo. También un sistema competitivo que incentive a los propios colegios para ponerse las pilas y buscar la excelencia educativa.
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