jueves, junio 09, 2005

Hipnosis

La hipnosis tiene una reputación extraña, a caballo entre la ciencia y la exhibición circense. Por un lado maravilla y asusta una técnica capaz de dar el poder de manipular los actos de una persona. Por otro, la incapacidad de distinguir la verdad de los mitos, puede empujar al escepticismo o al desinterés. Intentando despejar mis propias dudas sobre el tema, he encontrado un artículo muy apropiado de Scientific American, de Julio de 2001, con título "Verdad y charlatanería en la hipnosis". Voy a desgranar aquí un resumen del contenido del artículo.

¿Es la hipnosis un fenómeno real? Y si es así, ¿para qué sirve? Durante los últimos años los investigadores han encontrado que los individuos hipnotizados responden activamente a sugerencias a pesar de que algunas veces son capaces de percibir estos actos y sensaciones inducidos como ocurriendo "por sí mismos". Algunas personas son más hipnotizables que otras, pero los científicos no saben por qué. En cualquier caso, la hipnosis está encontrando aplicaciones medicas para el control del dolor crónico, contrarrestar la ansiedad e incluso para ayudar a una más rápida recuperación de una operación quirúrgica.

Sólo en los últimos 40 años los científicos cuentan con métodos rigurosos e instrumentos, como el polígrafo y la tomografía por emisión de positrones, que han permitido discernir los hechos de las exageraciones. Sin embargo todavía es mucho lo que se desconoce, especialmente sobre los mecanismos cerebrales que intervienen en la hipnosis.

Antes de hablar sobre qué es lo que se puede conseguir mediante hipnosis, es importante aclarar que varía mucho de una persona a otra. Hay personas mucho más receptivas a la hipnosis que otras. Las más receptivas por supuesto tienen una mayor riqueza de conducta y de sugestión bajo hipnosis. La receptividad se puede medir en una escala mediante un procedimiento estándar y tentativamente se suele relacionar con la capacidad de quedarse absorto en la ensoñación o en actividades tales como leer o escuchar música.

El procedimiento habitual de hipnosis, lejos de tener relación con relojes de bolsillo en movimiento pendular, consiste a menudo en pedir al sujeto que mire fijamente a un objeto puntual, mientras con voz tranquilizadora se hacen sugerencias para relajarse y concentrase.

El tópico del hipnotizador que nos induce a realizar acciones bajo sus órdenes parece cierto. El estado de hipnosis (siempre en proporción a la receptividad) deja al sujeto receptivo a las sugerencias del hipnotizador que realiza sus peticiones de un modo involuntario. Los sujetos no experimentan su comportamiento inducido como algo conseguido de un modo activo, sino más bien como algo que sencillamente ocurre, sin esfuerzo. A menudo explican su experiencia subjetiva mediante declaraciones del tipo "mi mano se volvió pesada y se movió por sí misma".

El hipnotizador es capaz de inducir en el sujeto sensaciones inexistentes como olores, sabores, sonidos y alucinaciones visuales. Se puede inducir sensaciones de dolor, y mucho más interesante, se puede reprimir el dolor real, lo cual tiene indudables aplicaciones médicas.

Sin embargo los sujetos no son zombis pasivos. Su comportamiento sigue regulado por sus ideas morales y culturales y no se puede conseguir que un hipnotizado actúe en contra de sus principios. Únicamente "permanecen exquisitamente receptivos a las expectativas expresadas por el hipnotizador".

Tampoco parece tener mucha base la utilización de la hipnosis para recordar sucesos olvidados, y menos todavía para la regresión a la infancia. Los sujetos hipnotizados pueden confundir fácilmente un evento imaginario del pasado como si fuese real. Así, algo meramente imaginario puede quedar arraigado como si fuese un episodio de su vida.

Hay muchos estudios que verifican este efecto. Algunos sujetos, por ejemplo, pueden desglosar rutinariamente dramáticas y detalladas crónicas de sus primeros meses de vida aunque esos acontecimientos no hayan ocurrido nunca. Similarmente, cuando se sugiere a sujetos receptivos que regresen a su infancia, se comportan de un modo groseramente infantil. Pero un análisis más detallado demuestra que no son capaces de reproducir habla, emociones, vocabulario, pensamiento o en general verdadero comportamiento infantil.

En resumidas cuentas, que la hipnosis no permite superar las limitaciones de memoria inherentemente humanas.

Los experimentos han permitido rechazar algunas críticas escépticas. La capacidad de reprimir el dolor no parece un efecto placebo, porque en comparación con otros placebos habituales, como píldoras, sus efectos son mucho mayores. También se ha podido superar la crítica de que los sujetos no están hipnotizados sino que sólo lo simulan. Experimentos conductales y con "máquina de la verdad" con sujetos a los que se pide que simulen que están hipnotizados dan resultados diferentes a los de los sujetos "verdaderamente" hipnotizados.

Los propios editores de la publicación se sometieron a una sesión de hipnosis por el equipo del autor y cuentan sus experiencias subjetivas, en las que, unos más que otros, sienten las sensaciones inducidas o realizan acciones que ocurren por sí solas. "En general la experiencia fue menos espeluznante de lo que esperábamos. La sensación de estar hipnotizado era parecido a cuando te despiertas por la mañana y te quedas en la cama adormilado".

La historia de la hipnosis es antigua y es extraño que sus aplicaciones médicas no se hayan desarrollado en toda su capacidad. Tal vez se deba a su reputación de paracientífica, o a que su conocimiento se reducía al ámbito de la psicología y no al de la medicina no mental. Esperemos que recupere todo el prestigio científico que merece y se desarrolle todo su potencial.

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