miércoles, junio 08, 2005

Prepotentes morales

Estamos muy orgullosos de nuestros valores occidentales, de nuestra libertad y democracia, del respeto a la dignidad de los individuos, de los derechos humanos universales, del reconocimiento de que todas las personas nacen libres iguales. De hecho nos creemos superiores. Sí, superiores. No racialmente superiores (eso está ya pasado de moda) sino moral (e incluso culturalmente) superiores. Con nuestro complejo de superioridad nos atrevemos a dar lecciones a todos aquellos que no comparten nuestros valores éticos y democráticos.

Nuestra superioridad moral está muy bien mientras sea de boquilla y no haya que tomarla muy al pie de la letra. Por ejemplo el derecho a la vida, tal vez el más importante de los derechos humanos, no tiene porque estropearte una buena guerra en Iraq.

Todo esto viene a cuento de que acabo de leer una noticia según la cual a Fernando Peña, actor uruguayo, le han denegado el visado de entrada a EEUU por ser portador del virus del SIDA. Todo un ejemplo de respeto a los individuos.

Pero no quiero quedarme en ver la paja en el ojo ajeno gringo, como todo antiamericano que se precie. Sin ir más lejos en España, al igual que en los demás países de Europa, se deniega los visados de entrada a ciudadanos de otros países por la circunstancia de que son pobres. Me podrán decir que eso es práctico, pero no que es moralmente edificante. El artículo 13.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que toda persona tiene derecho a salir del propio país. Pero este derecho tiene dos caras. Si un ciudadano tiene derecho a salir, también lo tendrá a entrar en otro país. No pretenderán que se quede en tierra de nadie, o que flote en el mar, digo yo