domingo, junio 12, 2005

Kitchen Stories

En una industria cinematográfica dominada por la vacuidad hollywoodiense de la acción frenética y los efectos especiales, algunas películas son como un soplo de aire fresco. Es el mismo sentimiento que me producen las películas del coreano Kim Ki Duk, en las que lo extremadamente sencillo puede rentar lo máximo en la pantalla y en la cabeza del espectador.

Kitchen Stories es una película sobre la soledad y sobre la amistad, sobre los cortafuegos emocionales, y también sobre el falso "bienestar" de la modernidad. Respecto de esto último, recuerda a Mi Tio de Jacques Tati, tanto en la estética de le sociedad protoconsumista de los años 50, como en la sátira de la supuesta felicidad que los productos de consumo proporcionan a los ciudadanos.

El guión está escrito en clave de fábula satírica. A partir de una investigación absolutamente absurda (en realidad la realidad supera a la ficción en nuestra insana sociedad) va entretejiendo un puñado de reflexiones que quedan someramente esbozadas. Como toda fábula que se precie, es mucho más rico lo que sugiere que lo que realmente cuenta.

Cuando me dijeron que era una película noruega me dio un tanto de respeto al principio. Los personajes de las películas nórdicas a veces parecen alienígenas comparados con los de una película española (incluso contando con Almodovar). Ésta no se sale del patrón escandinavo y el guión es parco en diálogos. La pasión va por dentro hasta que sale de un modo u otro, y merece la pena de hacer el esfuerzo de ponerse en la piel de los personajes para evitar que su frialdad aparente sea una barrera.

En resumen, una película nada recomendable para quien le guste ir al cine para ver las mismas banalidades de siempre. Se corre el riesgo de ver una obra diferente, original y, peor todavía, disfrutar de ese humor nórdico tan peculiar.