Riesgos de un proceso de paz
Kepa Aulestia hace en La Vanguardia un interesante pronóstico sobre riesgos y posibilidades de un hipotético proceso de paz.
Sobre el momento apropiado, Aulestia se pregunta,
Preguntémonos, primero, qué desearía ETA. Desearía salvar su pasado para que la historia no la juzgara como los tribunales han juzgado sus actos. Desearía convertir lo que parecía una derrota inminente en una victoria sobrevenida. Desearía capitalizar para sí, para la izquierda abertzale, los frutos de esa victoria. Desearía verse perdonada sin pedir perdón ni asumir el daño causado. Y todo ello dando por supuesto que sus presos quedarían libres. Es conveniente que el gobierno que se decida a sondear o a dialogar con ETA tenga claro esto. Porque son los deseos que caracterizan a una organización terrorista que aún no ha llegado al grado de madurez suficiente como para interiorizar su desarme y desaparición. Es más, es probable que los equívocos mensajes del presidente Rodríguez Zapatero y el propio resultado de las últimas autonómicas, lejos de contribuir a su maduración, hayan afianzado esos deseos. El día que abandone esos deseos, y nunca antes, será el momento oportuno para atender no tanto a ETA como a los activistas que decidan volver a la normalidad.
Es partidario de no pagar un precio político por la paz, para lo que avisa de que "sólo la moratoria del debate sobre el futuro del autogobierno vasco a la previa desaparición de ETA o, con más dificultades, el explícito compromiso de no mencionar la persistencia del terrorismo como argumento propicio al soberanismo permitirían quitar el precio a la paz".
Respecto de lo difícil y prolongado de un proceso de paz, recuerda la experiencia norirlandesa: "Fue Major quien inició un proceso que Blair, a todas luces, no podrá clausurar".
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