miércoles, agosto 31, 2005

El alma del embrión

Jéssica me ha liado para que escriba un post sobre el aborto, en el que también podría incluir por el mismo precio otros temas de bioética como la investigación con células madre. Pero le voy a dar largas y hacerle esperar un tiempo mientras me documento y reflexiono, que buena falta me hace. Mientras perpetraré posts sobre otros temas colaterales, que surjan por el camino. Este texto es una reflexión sobre los retos que algunos descubrimientos científicos recientes plantean sobre el concepto religioso del alma. Mi perpetración no es por ateísmo militante y proselitista, sino por puras ganas de hacer travesuras mentales.

El fondo de todo debate religioso sobre el aborto, tan de actualidad en EEUU, es la idea-fuerza de que el alma se introduce en el óvulo fecundado (zigoto) en el momento mismo de la fecundación, y que desde ese momento ya es un ser humano, y por tanto inviolable. Me limitaré a la visión cristiana, para no dispersarme demasiado. El alma viviría en el cuerpo hasta el momento de la muerte (y tal vez más allá de acuerdo con la creencia en la resurrección de la carne), pero en cualquier caso sobreviviría a la muerte y seguiría viviendo eternamente. Durante la vida humana, el alma sería responsable de la elección entre el bien y el mal, porque al fin y al cabo más adelante se le juzgará por esas acciones y recibirá por ello premios o castigos en la vida eterna.

La primera pregunta curiosa es dónde vive el alma, ¿en el cerebro, en el resto del cuerpo, o en el cuerpo en conjunto? La pregunta no es estúpida porque un cirujano del futuro (cuando avance más la cirugía) podría coger a dos personas y hacerles un doble transplante intercambiándoles el cerebro. ¿Dónde se quedaría el alma, en los cuerpos o en los cerebros? ¿Se transplantaría también el alma? La respuesta coherente supongo que sería en el cerebro, que es donde están nuestros recuerdos y nuestra experiencia. Sería extraño que un alma se encontrase de repente con unos recuerdos diferentes. El filósofo Dan Dennett señaló acertadamente que el transplante de cerebro es el único en el que es mejor ser donante que receptor.

Ya tenemos la tecnología para clonar seres humanos. Podríamos pensar que Dios es su infinita bondad no permitirá que las personas clonadas sean desalmadas, así que en algún momento de la manipulación de la clonación insuflará el alma. En cierto sentido Dios sería un colaborador de la clonación. Los científicos se encargarían de fabricar la materia, y Dios del espíritu. Un perfecto trabajo de colaboración.

Ojo, que no estoy defendiendo la clonación. Sólo estoy haciendo experimentos mentales para poner a prueba las teorías del alma. De hecho, conforme avance el texto, las ideas que se me ocurran cada vez serán peores.

Si antes nos preguntábamos en qué parte del cuerpo está el alma, la misma pregunta es relevante en el zigoto (óvulo fecundado) o en el embrión. Al igual que en el transplante de cerebros, podemos coger dos zigotos y traspasar el núcleo de uno a otro mutuamente. El núcleo es la parte más importante del zigoto, donde está prácticamente todo el material genético. El material genético, es decir los genes, son una molécula larguísima de ADN (la doble hélice) donde está escrita la receta para construir el ser humano en el que se convertiría el zigoto. Hay otra parte de material genético que está fuera del núcleo, en unos corpúsculos llamados mitocondrias, que son algo así como los generadores de energía de la célula. El caso es que al hacer el transplante nos podemos hacer la misma pregunta, ¿dónde se ha quedado el alma de cada zigoto? ¿En la célula o en el ADN que hemos movido?

Tal vez sea en el ADN. Al fin y al cabo en uno de estas discusiones del este blog, un participante me decía que el zigoto es un ser humano porque tiene el código genético de un ser humano.

Si es así, todavía podemos liar más el asunto. Aunque el alma sea indivisible, el ADN no lo es, así que podemos mezclarlo a placer. Aún no tenemos la tecnología para hacerlo, pero bien podemos hacer el experimento mental. Podemos imaginar que tenemos varios zigotos, supuestamente cada uno con su alma, y extraemos el ADN de cada uno. ¿Sigue el alma en el zigoto sin ADN, o en el material genético que hemos separado? Atentos, que esto es como el trile, yo muevo la bolita de un vaso a otro y vosotros tenéis que adivinar donde está el alma. Bien, ahora podemos coger el ADN de los diferentes zigotos, trocearlo, barajarlo, y volverlo a juntar mezclando a placer los genes que provenían de un zigoto, con los de otro, y hacer ingeniería genética obteniendo recetas de seres humanos con las características que más nos gusten. Posteriormente cogemos este ADN sintético y lo podemos introducir en los zigotos sin material genético, o en células madre extraídas de un embrión. En cualquier caso, después del proceso, podemos implantar la célula resultante en el útero de una mujer y obtener un ser humano viable. El caso es que si teníamos un alma en cada zigoto, después de quitarles el ADN, mezclarlo (o sintetizarlo) y volverlo a poner seguramente hemos perdido la noción de qué ha pasado con las almas que Dios había insuflado al principio de todo.

Me parece que a estas alturas lo he liado ya demasiado y entre la verborrea científica y los experimentos mentales teológicos, alguno se ha perdido ya, o se ha ido a tomar cervezas que es mentalmente más sano. Así que voy a dejarlo aquí para ir concluyendo.

Desde que Galileo le puso en aprietos a la iglesia católica (o más bien al revés) religión y ciencia siguen interaccionando. El hombre de Ciencia tiene que dejarse guiar por la Ética (o por la Religión si es religioso) para ser responsable de las consecuencias de sus inventos. El hombre religioso también tiene que estar atento a los avances de la Ciencia para reflexionar en qué medida esos descubrimientos interaccionan con su fe, como le pasaba a Dimitri Karamazov, personaje de Los Hermanos Karamazov que publicó Dostoievski en 1880, 9 años antes de que Ramón y Cajal argumentase que el sistema nervioso está constituido por neuronas independientes:

Imagínate: dentro, en los nervios, en la cabeza, es decir, estos nervios están en el cerebro (¡malditos sean!) hay una especie de pequeñas colas, las colas de estos nervios, y en cuanto empiezan a agitarse…es decir, comprendes, miro algo con mis ojos y luego empiezan a agitarse, esas colitas… y cuando se agitan, aparece una imagen…no aparece de inmediato, sino que pasa un instante, un segundo…y luego aparece algo como un momento; es decir, no un momento ¡al infierno con el momento!, sino una imagen; es decir, un objeto, una acción, ¡maldita sea! Por esto veo y después pienso, por estas colitas, y no porque tenga alma, y que soy una especie de imagen y de retraso. ¡Nada de esto tiene sentido! Ayer me explicó todo esto Rakitin, hermano, y sencillamente me dejó boquiabierto. Esta ciencia, Alyosha, es magnífica. Está surgiendo un hombre nuevo: eso es lo que yo interpreto… Y sin embargo, siento perder a Dios.

sábado, agosto 27, 2005

Amos Oz y la retirada de Gaza

Amos Oz es un afamado y premiado escritor israelí, intelectual e izquierdista. Seguramente es más conocido fuera de Israel por sus declaraciones políticas y artículos periodísticos que por su literatura. Fue uno de los primeros israelíes en abogar por un estado palestino, como solución al conflicto árabe-israelí, después de la guerra de los seis días. Nadie mejor que él ha resumido en un solo párrafo la bipolaridad moral de la lucha palestina.

Dos guerras palestino-israelíes han estallado en esta región. Una es la guerra de la nación palestina por la libertad, contra la ocupación y por su derecho a vivir en un estado independiente. Cualquier persona decente debería apoyar su causa. La segunda guerra es la del Islam fanático, desde Irán a Gaza y desde Líbano a Ramala, para destruir Israel y echar a los judíos fuera de su tierra. Cualquier persona decente debería aborrecer esa causa.

Los israelíes no están libres tampoco de trastornos bipolares, luchando por su propia seguridad contra el Islam fanático, y a la vez expandiéndose mediante la construcción de asentamientos en Gaza y Cisjordania, en lo que algunos consideran “su tierra sagrada”, pero a costa de los propios palestinos.

Afortunadamente la ocupación de Gaza está pasando a la historia. Amos Oz hace su propia interpretación de la retirada de Gaza, como una batalla ganada por los israelíes laicos contra el fanatismo religioso en un interesante artículo que publica hoy El País. Lo voy a copiar aquí antes de que la publicación del grupo PRISA cancele el acceso gratuito, porque cada párrafo merece la pena de ser leído.

Los colonos judíos de Gaza y Cisjordania tienen un sueño para el futuro de Israel. Yo también tengo un sueño para el futuro de Israel. Pero su dulce sueño es mi pesadilla, mientras que a ellos mis sueños les parecen veneno.

Los colonos sueñan con crear un "Gran Israel" con asentamientos judíos de muro a muro. En estos asentamientos sólo pueden residir judíos, mientras que los palestinos sólo pueden entrar a trabajar, desempeñando trabajos sencillos y mal pagados. En dicho Estado, la democracia tendrá que inclinarse ante los rabinos. Al Kneset (Parlamento israelí), al Gobierno y al Tribunal Supremo se les permitirá seguir existiendo siempre que los rabinos aprueben sus decisiones. Los colonos creen que en cuanto el Gran Israel se convierta en una entidad religiosa y en una "nación sagrada", llegará el Mesías y se materializará la redención completa del pueblo judío.

En esta fantasía de los colonos, los palestinos sólo tienen cabida como siervos humildes y obreros agradecidos. Además, en la fantasía de los colonos yo no tengo cabida, no hay lugar para un Israel laico y moderno. Mis amigos y yo estamos "fuera" a no ser que nos arrepintamos. Al menos se supone que no debemos interponernos en la construcción de más asentamientos y la ampliación de los existentes. Si nosotros, los israelíes laicos, borramos nuestra propia existencia, los colonos nos rociarán con amor fraterno. Pero si insistimos en que tenemos una visión diferente de Israel, inmediatamente nos convertimos en traidores, amigos de los árabes o incluso nazis.

Pero también nosotros tenemos un sueño para Israel, totalmente distinto de la fantasía religiosa de los colonos. Queremos vivir en paz y libertad, no bajo el dominio de los rabinos, ni siquiera bajo el dominio del Mesías, sino bajo nuestro propio Gobierno elegido.

Soñamos con liberarnos de la larga ocupación de los territorios palestinos. Israel y Palestina son, desde hace casi 40 años, como un carcelero y un preso, esposados el uno al otro. Después de tantos años casi no hay diferencia: el carcelero no es libre y el preso tampoco. Israel no será una nación libre hasta que se ponga fin a la ocupación y a los asentamientos y Palestina se convierta en un país vecino independiente.

Durante 30 años, los colonos han controlado Israel a través de los diversos Gobiernos. Han impuesto su visión y pisoteado nuestros sueños. Han sido los dueños del país.

Ahora, el primer ministro Ariel Sharon intenta lanzar una especie de "golpe" contra el gobierno de los colonos. Se trata de un intento de restablecer la autoridad del Gobierno elegido. Si funciona, tal vez el sueño de los colonos quede bloqueado y la visión de los israelíes laicos reviva.

La de Gaza no es esencialmente una lucha entre el Ejército y los colonos, ni siquiera entre halcones y palomas. No. Es una lucha entre Iglesia y Estado (para ser más precisos, entre Sinagoga y Estado). Se trata de algo que han experimentado muchos países: ¿cuál debería ser la posición y la influencia de la religión y de los sacerdotes en la tarea de dirigir un país? Algunos países lo solucionaron hace siglos. Otros luchan indefinidamente con ello. El mundo musulmán, con la excepción de Turquía, ni siquiera ha empezado.

Durante estos días pasados hemos visto en Gaza lo que en retrospectiva podría resultar ser la primera batalla sobre la Sinagoga y el Estado en Israel, el primer enfrentamiento por la naturaleza del judaísmo en el único Estado judío. ¿Somos, ante todo, una religión o una nación?

En esta primera ronda, parece que el Israel laico, racional y pragmático prevalece con dificultades sobre el Israel fanático. Pero no olvidemos que no se trata más que de la primera ronda.

Tanto los colonos como el resto de los israelíes podemos enorgullecernos de que, al contrario que las sangrientas guerras entre Iglesia y Estado libradas en muchos países a lo largo de la historia, esta primera ronda de Gaza ha sido por el momento violenta pero no sangrienta. Ha habido mucho ruido y furia, pero no una masacre.

¿Será igual en las próximas rondas? ¿Ocurrirá lo mismo cuando llegue el momento de abandonar Cisjordania y Jerusalén oriental a cambio de la paz con los palestinos? Estas cuestiones no sólo dependen de los israelíes, religiosos y laicos, halcones y palomas, de derechas o de izquierdas. Dependen en buena parte de la respuesta palestina. ¿Considerarán los palestinos todo esto como un paso audaz de los israelíes hacia un acuerdo histórico con ellos? ¿O considerarán los choques entre los propios judíos como el primer síndrome de desintegración de Israel e intentarán inflamar la situación interna israelí lanzando una nueva oleada de violencia y terrorismo palestinos?

Un viejo proverbio árabe dice que no se puede aplaudir con una mano. Ahora mucho depende de cómo interpreten los palestinos la lucha entre los propios judíos en Gaza.

Tal vez Oz sea demasiado optimista al ver la retirada de Gaza como “un paso audaz hacia un acuerdo histórico” con los palestinos. Ariel Sharon no es una paloma, y sus motivos para esta retirada histórica probablemente no sean buscar un acuerdo con los palestinos sino mejorar la seguridad de Israel. La ocupación de Gaza y Cisjordania es una carga para el ejército, una sangría económica, una fuente de disensiones internas, y la viabilidad a largo plazo de la ocupación de Gaza era dudosa, dada la diferencia demográfica entre palestinos y colonos. Sharon pensará probablemente que la retirada a posiciones defendibles y el muro que encierra a los palestinos es una mejor garantía de seguridad que un hipotético acuerdo de paz.

Amos Oz no está de acuerdo con él. Es partidario también de una retirada unilateral y de una barrera de seguridad, pero en la demarcación de la línea verde, esto es, la frontera anterior a la guerra de 1967. Para él, un muro que encierre y divida a los palestinos para consolidar los asentamientos con los que Israel ha buscado la expansión desde ese año, no haría sino corromper su posición moral.

En esta región se están luchando dos guerras. Una es una guerra justa, y la otra es injusta y vana.

Israel debe abandonar la guerra en territorios palestinos. Debe empezar el fin de la ocupación y evacuar los asentamientos judíos que fueron deliberadamente impulsados hacia el interior de las tierras palestinas. Sus fronteras deben ser trazadas, unilateralmente si es necesario, según la lógica de la demografía y del imperativo moral de renunciar a gobernar una población hostil.

¿Pero terminará el fin de la ocupación con la guerra santa musulmana contra Israel? Es duro de predecir. Si la jihad llega a su fin, ambos lados podrán sentarse a negociar la paz. En caso contrario, tendríamos que sellar y fortificar la frontera lógica de Israel, la frontera demográfica, y continuar luchando por nuestra vida contra el Islam fanático.

Si, en contra de las visiones simplistas, el fin de la ocupación no trae como resultado la paz, al menos tendremos una sola guerra que luchar en lugar de dos. No una guerra para la ocupación total de la Tierra Sagrada, sino una guerra por nuestro derecho a vivir en un estado judío libre y soberano en parte de esa tierra. Una guerra justa, una guerra sin alternativas. Una guerra que ganaremos. Como cualquier pueblo que fuese forzado a luchar por sus casas, su libertad y sus vidas.

... y EEUU

Para los más ricos

Por Paul Krugman

Octubre de 2002

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Pues no. Aunque Estados Unidos goza de una renta per cápita más alta que cualquiera de los demás países avanzados, resulta que eso se debe, sobre todo, al hecho de que nuestros ricos son mucho más ricos. Muchos norteamericanos dan por hecho que, puesto que somos el país más rico del mundo, deberíamos poder vivir mejor, en términos generales. No estamos hablando exclusivamente de los ricos, que son más ricos que sus equivalentes extranjeros, sino de que la típica familia norteamericana viva mucho mejor que la típica familia de cualquier otro lugar del mundo, e incluso de que nuestros pobres vivan bien para los niveles de vida del extranjero.

4. EL EJEMPLO SUECO

Sin embargo, eso no es verdad. Permítaseme recurrir al ejemplo de Suecia, la gran bête noire de los conservadores. No hace muchos meses, Glenn Reynolds, el cibersabio de tendencias conservadoras, causó un gran revuelo cuando afirmó públicamente que el PIB per cápita de Suecia es más o menos comparable al de Misisipí. Casi como decir: ¡fíjense, cómo se han empobrecido a sí mismos estos atontados que creen en el estado de bienestar! Es de suponer que daba por hecho que eso significa que el sueco típico es más o menos igual de pobre que el habitante típico de Misisipí y, por tanto, que vive mucho peor que el norteamericano típico.

Sin embargo, la esperanza de vida en Suecia supera en aproximadamente tres años la de Estados Unidos. La mortalidad infantil es la mitad que la norteamericana y por debajo de la tercera parte de la tasa de Misisipí. El analfabetismo funcional es mucho más raro que en EEUU.

¿Cómo es posible esto? Una de las respuestas es que el PIB per cápita es, en cierta forma, una medida un tanto engañosa. Los suecos disfrutan de más tiempo de vacaciones que los norteamericanos, de modo que trabajan menos horas al año. Se trata de una opción, no de un fallo de funcionamiento de su economía. El PIB por hora trabajada en términos reales es un 16% más bajo que el de Estados Unidos, lo que coloca la productividad de los suecos más o menos a la misma altura que la de Canadá.

Sin embargo, lo realmente importante es que, aunque Suecia tenga una renta media inferior a la de Estados Unidos, eso se debe fundamentalmente a que nuestros ricos son mucho más ricos que los suyos. La familia sueca media disfruta de un nivel de vida más o menos comparable al de la familia norteamericana media; los salarios son, en todo caso, algo más altos en Suecia, y la carga impositiva, más alta, se ve compensada porque el sector público proporciona la asistencia sanitaria y porque los servicios públicos son, por lo general, mejores.

Por otra parte, a medida que uno profundiza en la distribución de la renta, los niveles de vida en Suecia están muy por encima de los de Estados Unidos. Las familias suecas con hijos que se encuentran en el percentil décimo, es decir, las que son más pobres que el 90% de la población, tienen rentas un 60% más altas que las de sus equivalentes norteamericanos. Además, en Suecia, son muy pocas las personas que padecen la extrema pobreza que tan extendida se encuentra por Estados Unidos. He aquí un dato: en 1994, sólo el 6% de los suecos vivía con menos de 11 dólares al día, comparado con el 14% en EEUU.

Por otra parte, se puede demostrar que las desigualdades han alcanzado en Estados Unidos unos niveles en los que resultan contraproducentes. Es decir, que se podría defender que nuestra sociedad sería más rica si los más ricos no ganaran tanto.

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Leer el artículo completo en el suplemento Nueva Economía de El Mundo

Suecia...

¡Quién lo iba a decir! El modelo sueco funciona

Por Paul Krugman

Octubre de 1999

Hasta hace poco, cuando la gente me preguntaba qué tipo de sociedad me gustaría ver, tenía una respuesta preparada: “Suecia en el verano de 1980”. ¿Por qué Suecia? Porque soy un liberal incorregible, y Suecia ha sido tradicionalmente el ejemplo de lo que solía llamarse “camino intermedio”, una economía de mercado con los bordes suavizados por un generosos programas del gobierno. ¿Por qué en verano? Porque Estocolmo, posiblemente la ciudad más bella del mundo en un día soleado de Junio, tiene días muy cortos y oscuros en invierno. ¿Y por qué 1980? Porque a principios de los 90, el modelo sueco estaba fracasando. La que había sido sociedad modelo, había contraído euroesclerosis, con crecimiento flojo y una tasa de desempleo de más del 8%. Y el estado del bienestar sueco parecía ir camino de la bancarrota: En 1993 el déficit público alcanzó un absurdo 12% del PIB.

El colapso del modelo sueco llenó de alegría a los conservadores. Como declaraba gozosamente un informe del Insituto Cato de 1991, “Suecia parecía presentar un reto intelectual para los que argumentaban que altos tipos impositivos y una intervención extensiva del estado obstaculizaría el crecimiento económico... Pocos considerarían ahora el sistema sueco como digno de ser emulado”.

¿Pero ya le han echado una mirada a Suecia ultimamente? En una reciente visita a Estocolmo, me quedé pasmado como siempre por la belleza de la ciudad, pero también sorprendido por el inconfundible zumbido de la prosperidad. Las estadísticas confirmaron las primeras impresiones: Desde 1993 la economía había crecido vigorosamente; la mayor parte de las predicciones pronostican un crecimiento de casi el 4% para este año (1999). El desempleo ha caído sin parar, y muchos predicen que caerá por debajo del 5% el año que viene, una hazaña tanto más impresionante dada la muy alta tasa de población ocupada (en Suecia, como en EEUU, están empleados alrededor de tres cuartos de la población en edad de trabajar, comparados con dos tercios en la Europa continental). Y las cuentas públicas tienen superávit.

¿Cómo han logrado los suecos darle la vuelta a la situación? ¿Han Reaganizado la economía, adoptando un estilo de régimen americano de bajos impuestos y mercados en los que el ganador se lo lleva todo? En una palabra, nej. Bueno, Suecia ha reducido un poco su estado del bienestar y eliminado algunos de los más locos desincentivos del sistema de impuestos (supuestamente solía haber casos en los que los tipos marginales excedían realmente del 100%). Pero el año pasado Suecia recaudó un impresionante 63% del PIB en impuestos. El estado del bienestar sueco sigue siendo extremadamente generoso, su red de seguridad extraordinariamente por encima del suelo. Si creyeses a la gente que piensa que la comparativamente trivial presión fiscal americana, ¡un simple 34% del PIB!, es una carga opresiva para la economía, esperarías que la economía sueca se contrayese en lugar de estar en auge. (Para otro caso de giro inesperado, ver “La suerte de los irlandeses”).

Ni siquiera los suecos mismos están enteramente seguros de qué es lo que han hecho bien. Pero una buena suposición es que la fórmula de la “nueva economía” sueca es similar a la americana: una cultura receptiva a la moderna tecnología de la información con una política monetaria que ha permitido que la economía se aprovechase de un mayor potencial de crecimiento.

Empezando con la tecnología, nadie está seguro de por qué los escandinavos y la tecnología digital van juntos como los arenques y las patatas cocidas, pero la afinidad es innegable. Los americanos piensan que la Red les pertenece; pero según la mayoría de las varas de medir, Finlandia (no técnicamente escandinavia pero bastante parecido), el hogar de Linux y de Nokia, es la nación mejor conectada a la Red, y Noruega y Suecia le siguen de cerca. Algunos dicen que es la combinación de una población altamente educada y anglófona con bajas tarifas telefónicas; otros, que no tienen otra cosa que hacer durante los largos y oscuros inviernos.

Pero mayor productividad no es suficiente: También tiene que haber demanda suficiente para hacer uso del mayor potencial económico. Y aquí es donde los suecos han tenido un mayor golpe de suerte. En los oscuros días de 1992, los altos funcionarios suecos pensaban que para restaurar la prospreridad tenían que formar parte del impulso europeo hacia una moneda única. A pesar de que Suecia no era un miembro formal del Sistema Monetario Europeo, se comportaba como si lo fuese, fijando la corona al marco alemán incluso con desempleo creciente. Después de todo, cualquier devaluación sería un desastre, llevando a una espiral de inflación, ¿no? Entonces, a resultas de la devaluación británica de Septiembre de 1992, los especuladores atacaron, forzando eventualmente a Suecia a aceptar una devaluación propia, justo lo que necesitaba la economía.

Por supesto, el futuro de Suecia no está para nada garantizado. Respondiendo tanto a la globalización como a la alta presión fiscal, algunas compañías suecas han movido su sede al extranjero (Ericsson, por ejemplo, ahora tiene su oficina central en Londres). Pero la historia sueca debería demostrar que las sociedades agradables algunas veces son las que ganan la carrera.

domingo, agosto 21, 2005

Educación pública, educación privada

El jueves por la noche salí a cenar de vinos y tapas con dos amigos por Pamplona, una actividad muy recomendable y estimulante para la conversación amistosa, incluida la charla política. Uno de ellos trabaja en un colegio religioso concertado y la conversación se entretuvo por momentos en el tema de la educación. Por supuesto que la opinión de mi amigo no deja de ser una visión subjetiva desde el lado de quien vive la realidad del colegio religioso, pero yo confío en la sensatez y el buen criterio de mi amigo y hago mías buena parte de sus opiniones mientras no tenga nuevos datos u opiniones que me den más confianza.

Comparamos su colegio con un instituto público, los de los de más solera de la ciudad. Para mi sorpresa (yo esperaba que loase la enseñanza privada) me dijo que esencialmente la calidad de la enseñanza en las dos instituciones era similar. Él sostenía que la diferencia la marcaba la enseñanza en valores que se da en el colegio jesuita. Y no creo que se refiriese sólo a las clases de religión. Los valores religiosos son desde luego la diferencia competitiva que hace que unos padres lleven a sus hijos a un colegio religioso y otros a un colegio público o laico.

Así como la sociedad es plural, me pareció muy buena esta visión de la enseñanza también plural; religiosa y laica. Nadie tiene el monopolio de la verdad y por tanto nadie debe tener el monopolio tampoco sobre qué verdad enseñar. A veces desde la izquierda tendemos equivocadamente a centrarnos en la justicia social y descuidar la libertad. No deberíamos, porque la libertad es tan importante como la justicia. Libertad es el respeto por la elección individual, y también el respeto de las minorías. No soy tan dogmático como para pensar que no pueda ser yo quien está equivocado con mi preferencia laica. Así que prefiero que sean los padres quienes asuman la responsabilidad de equivocarse, aunque equivocarse suponga que a sus hijos se les enseñe que la homosexualidad es pecado y que el matrimonio del mismo sexo es perverso.

También estoy a favor de que el Estado financie la enseñanza para todos y que todo el mundo tenga acceso a una enseñanza de calidad. Es más, estoy a favor de que la enseñanza religiosa sea pagada por el Estado. De lo contrario no habría tal libertad de elección, porque sólo los ricos tendrían la posibilidad de elegir. Por supuesto que debe haber unas reglas mínimas sobre lo que se debe enseñar y lo que no se puede enseñar, tal y como hay ahora. No estamos hablando de desvirtuar esta libertad de elección, con un tipo de enseñanza que no sea aceptable bajo criterios de una sociedad liberal y democrática. Ojo, que esto implica que la enseñanza islámica también debe ser pagada por el Estado. Aquí no hay discriminaciones. No sé si a alguien especialmente sensible con el auge del islamismo se le estarán erizando los pelillos, pero esto debe ser así por pura coherencia.

Ya que estamos, voy a continuar hablando de financiación. En Navarra, y me imagino que en el resto de España es igual, hay discriminación a favor de los colegios públicos. Según me dijo mi amigo, el gobierno de Navarra (la enseñanza está transferida a las autonomías) gasta el doble por alumno en los colegios públicos que en los colegios concertados, y eso que en Navarra gobierna la derecha. Es una clara discriminación a favor de lo público, que haría imposible competir a los colegios concertados si no fuese porque tienen el plus de la enseñanza religiosa. Creo esto es injusto y que todos deberían competir en igualdad de condiciones.

Los colegios concertados son aparentemente más eficientes porque dan la misma calidad de enseñanza utilizando menos recursos. Según mi amigo en su colegio el coste de escolarizar un niño es de unos 300 euros al mes, mientras que en el instituto público sería de unos 500 euros. Las cifras son aproximadas, pero pueden dar una idea. ¿De donde viene la diferencia? Los profesores de la enseñanza privada tienen más horas de clase a la semana que los de la pública, unas 18 horas en la pública y 24 en la privada, y tal vez diferentes sueldos. El personal de administración es mucho más reducido en la privada, y el equipamiento, ordenadores y demás, es mejor en el colegio público.

La situación es tan desfavorable que los colegios concertados de Navarra están cobrando a los padres alrededor de 40 euros al mes en concepto de mejora del equipamiento, a pesar de que es una práctica absolutamente ilegal. La administración hace la vista gorda mientras se ahorran un dinero y los padres en general colaboran, a pesar de que no tienen ninguna obligación de hacerlo.

Me parece bien que haya enseñanza pública. Al fin y al cabo, en nuestro país no hay mucha tradición de enseñanza privada laica y alguien tiene que cubrir ese hueco. Pero creo que su gestión debería guiarse por criterios empresariales y competitivos, como una empresa pública, y competir en igualdad de condiciones con los colegios concertados. No es de recibo que la enseñanza privada sea más eficiente en gasto de recursos que la pública, o que los profesores de la privada tengan que dar más horas de clase que los de la pública. Además, más importante que la competencia económica, sería un marco para que competiesen por una mejor calidad de enseñanza. Admito que la transición se haga gradualmente para que no sea traumática. Con el tiempo creará “escuela” y maneras entre el personal de los colegios públicos y permitirá que haya cada vez más colegios privados laicos.

Confieso que no he pensado mucho sobre el mejor método de financiación y no tengo una opinión formada. Los cheques escolares parecen a primera vista la mejor forma de fomentar la competencia entre colegios, pero me da mala espina. Me da miedo de que los gobiernos vayan reduciendo la cuantía de los cheques hasta que la educación gratuita deje de tener calidad suficiente. Tal vez una forma de concierto, no muy diferente de la actual, sea una forma más segura de garantizar financiación suficiente para los colegios.

La famosa (o infame) LOGSE, nacida bajo el gobierno de González, es uno de los ejemplos que a veces nos podrían restregar por la cara a los de izquierdas para demostrarnos que aún partiendo de unas muy buenas e idealistas intenciones, los resultados de ciertas ideas son bastante desastrosos. Las consecuencias ya las conocemos. La calidad de la los resultados escolares en España ha decaído extraordinariamente y estamos a la cola de Europa. El gobierno de Zapatero lo reconoce implícitamente cuando está horneando la LOE (bastante similar a la LOCE del PP) para reformar algunos de los incentivos más perversos de la LOGSE. Bajo mi punto de vista, lo peor de la LOGSE es el énfasis en la igualdad de los alumnos, y el hecho de que en la ESO los alumnos pasen de curso con todas las asignaturas suspendidas. Por supuesto que es más fácil llegar a esta conclusión a toro pasado que en su momento.

La igualdad en las aulas a toda costa es un error porque el nivel de la clase lo marcan los estudiantes mediocres. Por un lado el profesor no puede avanzar más rápido, si hay estudiantes que no les siguen. Por otro lado los alumnos mediocres crean entre sus compañeros una cultura del vago, que se contagia al resto de los alumnos. La no exigencia de aprobar asignaturas es quizás peor todavía. No sólo hace que los alumnos perezosos se añaden al carro de los mediocres, sino que no ayuda a educar a los chavales en uno de los valores más importantes que podrían aprender en el colegio, el valor del esfuerzo. Se trata de un valor tanto o más importante que los conocimientos que puedan recibir.

La manga ancha tenía cierta lógica. Tampoco tiene sentido que los peores alumnos se queden indefinidamente envejeciendo por el colegio sin que tampoco les aproveche educativamente repetir curso. Pero la solución no es pasar cursos sin esfuerzo, sino más bien los denostados itinerarios educativos. Como decíamos, el nivel de la clase lo marcan los estudiantes mediocres, y la única forma de que esto no ocurra es dar a cada alumno una educación de acuerdo con su capacidad. Sí, esta es una forma temprana de fomentar la desigualdad, pero tampoco tiene sentido fomentar la igualdad sí ésta ha de hacerse igualando a todos en el nivel más bajo posible.

La educación tiene muchos matices. Resulta simplista clamar que la educación ha de ser pública o privada. ¿A qué nos estamos refiriendo? Podemos tener gestión privada con financiación pública, o justo lo contrario, y tampoco es lo más relevane. Lo importante es que todo el mundo tenga acceso a una educación de calidad, y eso sólo puede garantizarse con financiación pública. Pero no es suficiente. Lo que marca la diferencia en calidad no es la propiedad pública o privada de los colegios, sino un buen marco para la educación que no desincentive el esfuerzo y que no iguale a todos los alumnos por debajo. También un sistema competitivo que incentive a los propios colegios para ponerse las pilas y buscar la excelencia educativa.

Renta básica universal

En RP hemos puesto en marcha una iniciativa conjunta: los debates de grupo. Si todo va según lo previsto, cada semana varios autores de RP expondrán sus puntos de vista sobre unos temas propuestos previamente en la red interna, sobre el que habrán tenido tiempo de profundizar y trabajar, ya sea en grupos o individualmente. El primero de ésta serie de debates es el que tiene por tema la Renta Básica Universal.

La renta Básica Universal (RBU) consiste en una paga no contributiva (exenta de impuestos) de 5.400 € anuales que el Estado asigna al ciudadano, en concepto de ciudadanía, independientemente del nivel de ingresos, el patrimonio, o la actividad económica (asalariado, empresario, desempleado, jubilado, estudiante...), y sin exigir nada a cambio.

Para los menores de edad, ésta paga se reduce a 2.700€ anuales.


La máxima anarcocomunista, «de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades», viene especialmente bien para hablar de la renta básica universal, pues su filosofía es garantizar a cada uno un mínimo vital con el que satisfacer al menos las necesidades básicas. El problema viene con la primera parte de la máxima. No sólo no podemos garantizar que cada uno aporte según su capacidad, sino que la renta básica podría empeorar las cosas. Echemos a volar la imaginación en un país con renta básica universal.

Agus coge cada año su renta básica y se la lleva a Santo Domingo y, al cambio de moneda, vive allí sin trabajar como un rey con una mulata en cada brazo. Bartolo está casado y tiene dos hijos. Su familia vive muy decentemente con sus 16200 euros anuales (*) de renta básica en Orense, en el pueblo de sus abuelos. Ha decidido que viven bien y que no necesita trabajar. Eso sí, de vez en cuando hace chapucillas por la zona para redondear sus ingresos que no declara a hacienda. Casimiro acabó la universidad hace tres años y desde entonces lleva dadas tres vueltas al mundo con el dinero de su renta básica. No tiene ningunas ganas de dejar de viajar, sentar cabeza y ponerse a trabajar. Dora se ha licenciado en Filosofía hace también tres años, vive con sus padres y utiliza su renta básica para sus gastos personales. Está buscando trabajo y le han ofrecido empleos de administrativo y de comercial, pero piensa que no ha estudiado filosofía para acabar en uno de esos trabajos. Aspira a algo más estimulante. El sueldo que le ofrecían tampoco era muy alto, comparable a su renta mínima, pero lo peor es que hacienda se llevaría el 57% de su mísero sueldo. Sencillamente no le merece la pena. Elena es electricista. Está harta también de que hacienda se lleve la mayor parte de lo que gana y se ha pasado a la economía sumergida. Sólo acepta trabajos que le paguen al contado y sin factura. Para hacienda, Elena está oficialmente parada y ya no recibe ni un euro de ella. Eso sí, ella recibe su renta básica. Feli está casada y tiene dos hijos. Con la renta básica que le proporcionan a ella y a sus hijos, ha decidido dejar de trabajar y dedicarse a cuidar de sus hijos.

Estos son casos de personas, que a raíz de empezar a cobrar la renta básica han cambiado su relación con el trabajo. Han dejado su trabajo, o no tienen tanta prisa en encontrar trabajo, o directamente no necesitan trabajar, o trabajan pero han dejado de contribuir a la sociedad con sus impuestos. Todos han dejado de contribuir a la sociedad “según su capacidad”. Por supuesto que no es el caso de todo el mundo. Está también Geno, que no tiene hijos. No soporta a su jefe, pero le gusta trabajar, o más bien odia la inactividad. Además ha obtenido un sustancial aumento de sueldo como consecuencia indirecta de la renta básica. Le ha dado un ultimátum a su jefe que no le subía el sueldo desde hace siglos, con el respaldo moral de que si le decía que no, tenía la renta básica para poder dejar la empresa. Su jefe no se lo ha pensado ni un minuto en darle el aumento, no podía permitirse el lujo de perderla. Se han ido varios empleados a raíz de la renta básica y hay un montón de trabajo que sacar adelante en la empresa.

Espero que estos ejemplos sirvan para ilustrar las posibles consecuencias de implantar una renta básica. Seguro que a vosotros también se os ocurren muchos más ejemplos de cambios de actitud cuando tienes una renta segura en el bolsillo. No vivimos en un país nórdico en el que el sentido de comunidad y de respeto a la ley esté fortalecido. En nuestro país no destaca la ética del trabajo, sino más bien el individualismo y la picaresca. No quiero exagerar la nota, España no es un país de sinvergüenzas y cada vez se vuelve más “europeo”, pero lo que quiero destacar es que determinadas políticas, como la de la renta básica pueden ir en el sentido contrario, de reforzar las ganas de “defraudar” al sistema en dos sentidos: vivir del trabajo de los demás y no ayudar a la sociedad aportando vía impuestos la parte correspondiente de lo que ganas.

La renta básica es como un río de aguas rápidas que se va aproximando a una catarata. Cada vez hay menos estímulos para trabajar o para mantenerse en la economía oficial. La recaudación de hacienda baja y el tipo del 57% ya no es suficiente para sostener la renta básica. El ministro de economía no tiene más remedio que subir el tipo impositivo todavía más, con lo cual cada vez más empresas y trabajadores de la economía oficial se indignan por pagar tanto a hacienda y se pasan a la economía sumergida. Es un círculo vicioso que acaba en una brecha social o en el colapso del sistema.

Pasando a un tema un poco más técnico, la renta básica es una medida inflacionista, que no solo crea inflación alta, sino lo que es peor, inflación creciente. No es difícil de entender la mecánica. Al igual que en el caso de Geno, la renta básica y el hecho de que haya gente que elige dejar de trabajar, crea condiciones idóneas para que las empresas no tengan más remedio que hacer sustanciosas subidas de sueldo a sus empleados. Es más, si las empresas quieren producir lo que la sociedad demanda, las empresas no sólo tienen que competir entre sí para conseguir buenos trabajadores en época de escasez de trabajadores, sino que tienen que suplir la escasez pagando horas extras y comprando más maquinaria automática para cumplir con los pedidos. El caso es que las empresas no van a dejar de recoger beneficios, porque para eso cerrarían, así que la única posibilidad de pagar todo eso es subir el precio de sus productos. Y hay tenemos la inflación.

Hay más temas técnicos que mencionar. Primero que la renta básica debería ser actualizada con la inflación, como se hace con las pensiones, porque si no perdería valor con el tiempo y no serviría de nada. Segundo, que el gobierno tiene medios de luchar contra la inflación por medio de la política fiscal, esto es, subiendo los impuestos o reduciendo el gasto, sólo que estas medidas producirían más paro, bajarían la renta per cápita y todavía meterían más estrés sobre la olla a presión de la hacienda pública. Tercero, si el gobierno no toma esas medidas, se produciría un proceso hiperinflacionista que sería inaceptable para la Unión Europea. Al fin y al cabo estamos embarcados en la misma moneda.

Independientemente de si se actualiza la renta básica o de la política fiscal del gobierno, el sistema no es sostenible. Puede haber cierta variación sobre el camino y el punto final, pero tarde o temprano alguno de los siguientes destinos, o una combinación de ellos es inevitable: O bien el colapso de la hacienda pública, o bien una brecha y explosión social que acabe con el sistema, o bien un proceso de hiperinflación, o bien la completa devaluación de la renta básica erosionada por la inflación.

A la pregunta de si la medida es justa, o si puede ser de ayuda en temas como la exclusión social, la mujer, la independencia juvenil o la vida familiar, la única respuesta posible es que no, porque la renta básica no es sostenible. Ninguna medida que sólo funcione a corto plazo puede ser justa ni buena para nadie.

Quizás el concepto más arriesgado de la renta básica es el de universal. Aunque todos tienen necesidades, no todos los que tienen rentas bajas o ninguna renta están en esa situación por los mismos motivos, y no todos tienen las mismas posibilidades de trabajar y salir de esa situación. Como crítica constructiva, mi propuesta es que los casos de rentas bajas, se deberían ver persona a persona por trabajadores sociales, e identificar los casos de verdadera exclusión social e imposibilidad para ganarse la vida, con unos criterios restrictivos y de sostenibilidad para la hacienda pública. Las soluciones no tienen que ser o limitarse a proporcionar una renta. Si hay exclusión social se debe ir a resolver las causas, no sólo a paliar los efectos.

Lejos de ser sólo un problema económico, la fuente de todos los males viene de un importante cambio sociológico. Hasta ahora el trabajo era algo necesario para vivir, y el común de los mortales no se puede plantear una vida sin trabajar. La renta mínima cambia el concepto de trabajo, convirtiéndolo en algo opcional que sirve para vivir mejor. En resumidas cuentas, incentiva que no todos aporten según su capacidad. Si hubiese que explicarlo en una sola frase, esa sería la idea clave para entender porque la renta mínima cambia totalmente la idea de trabajo y hace insostenible la economía.

(*) La cifra sale de dos adultos (5400 € cada uno) y dos menores (2700€ c.u.). Estas cifras provienen, hasta donde yo sé, de un estudio hecho en Cataluña con la suposición de que Cataluña no es solidaria con el resto de España (J. Arcarons, À. Boso, J. A. Noguera y D. Raventós: Una proposta viable per a Catalunya. Mediterrànea, 2005). Las cifras para España serían obviamente más bajas.

martes, agosto 16, 2005

The Utopix

Maromo y JimmyJazz se conocieron en un post y descubrieron que tenían exactamente los mismos argumentos para apoyar sus tesis. ¿Será el encuentro dos almas políticamente gemelas? Todo lo contrario, no pueden estar más lejos el uno del otro. Cada uno se posiciona en uno de los extremos de esa gran línea imaginaria en la que nos solemos empeñar en buscar cual es el lado derecho y el izquierdo.

Sin embargo una idea fantasmal pero insistente no dejaba de rondarme por la cabeza. Detrás de una coincidencia accidental en la argumentación, un parecido más profundo se insinuaba a otro nivel pero permanecía escondido, agazapado, a la espera de alguna clave que permita descifrarlo.

De repente, ¡zas!, la clave es una frase del propio Maromo: “¿No habíamos quedado en que el hombre era bueno?” Hay un nexo de unión, y es precisamente la creencia en la bondad natural del ser humano. Las utopías de ambos lados son máquinas terribles que funcionan incansables cuando incorporan este componente vital.

Maromo piensa que el hombre libre es bueno, y por tanto cualquier mal de la sociedad será corregido por la acción espontánea de los individuos libres.

JimmyJazz piensa que el hombre que vive en una sociedad justa es bueno, y por tanto trabajará con diligencia y se comportará con rectitud por el bien de sus semejantes en la sociedad justa.

Cualquiera que no esté cegado por la utopía conoce mejor la realidad. Las personas pueden ser perezosas, pícaras, egoístas, insolidarias, violentas, crueles. Nuestro instinto de solidaridad no llega más allá de las personas a las que tratamos en nuestra vida diaria. Por supuesto que hay ángeles, santos, y camaradas modelo, pero estoy hablando de la persona media. Francamente, con el material que tenemos no se puede construir una sociedad utópica.

Sin embargo no todos los enigmas han sido revelados. Quería hacer desde aquí una petición a todo el mundo para que me ayudarais a completar el guión de las dos próximas entregas. Propongo una serie de preguntas que a mi me tienen particularmente fascinado y que creo que proporcionarían unas buenas secuelas.

Maromo Reloaded

Maromo cree que si alguien cae enfermo y no puede pagar el seguro médico, existirá alguna organización de voluntarios que le curará o le pagará el hospital. ¿Y qué pasa si no existe esa organización o no da abasto? ¿Te encogerás de hombros si esa persona se muere?

JimmyJazz Revolution

JimmyJazz, ¿Qué pasa si tu utopía socialista resulta ser económicamente tan estancada y esclerótica como lo fue la Unión Soviética? ¿Te daría igual hacer largas colas para conseguir un salchichón mientras ves como los insolidarios países capitalistas son cada día más prósperos?

Mis disculpas a Maromo y JimmyJazz por haberos involucrado como protagonistas de este post. Prometo repartir con vosotros los derechos de la película para resarciros.

Ahora más en serio, os pido disculpas por atribuiros pensamientos que tal vez no sean los vuestros. Es la idea que me ha quedado a mí después de conversar con vosotros, pero por supuesto puedo estar equivocado. Si no los aceptais, permitidme entonces que se queden en simples personajes imaginarios que correspondan a un perfil marxista y a otro anarcocapitalista.

Agricultores y sequía

300 agricultores catalanes han salido con sus tractores a colapsar la A-2, en plena superoperación salida, para pedir más ayudas por la sequía. ¡Venga, a joder al ciudadano! ¡Serán cabrones! Y luego querrán que los ciudadanos les paguemos el riesgo climatológico que no han querido cubrir con seguros adecuados, como deberían haber hecho.

Parece que entre Carmen, Egócrata y yo mismo nos hemos conchabado para darles una buena tunda a los agricultores. A mi también me jode especialmente la PAC, y no por el dispendio que supone, sino sobre todo, como bien ha explicado Carmen, por el perjuicio que supone para los agricultores de los países más desfavorecidos. La culpa de todos modos no es de los agricultores, sino de los gobiernos europeos. Muy especialmente de Chirac, pero también de Zapatero.

Volviendo al tema de la sequía, los agricultores son empresarios que tienen la posibilidad de suscribir seguros. Así, los años buenos cubren los años malos, y cuando hay sequía paga la aseguradora y no los ciudadanos. De hecho creo hay un seguro agrícola obligatorio y subvencionado, pero no debe ser suficiente.

Alguien podría decir que este post no es muy de izquierdas, ¡y sin embargo lo es! Mejor dicho, no es ni de izquierdas, ni de derechas. Es puro pensamiento racional y válido para ambas sensibilidades. Primero, no es del interés de los trabajadores (ni del interés general) pagar con sus impuestos las imprevisiones (sí, imprevisiones, lo digo por lo de los seguros) de un grupo de presión. Los agricultores no devuelven las ayudas en los años buenos. Segundo, es del interés de la izquierda no sólo curar el malestar social cuando ya se ha producido, sino sobre todo prevenir éste antes de que se produzca, promoviendo los incentivos adecuados. Proporcionar ayudas por la sequía no crea buenos incentivos para que los agricultores suscriban seguros para la sequía.

Espero que gobierno y Generalitat no se acojonen como hace el gobierno francés cada vez que los agricultores salen a las carreteras. Y que no tengan miedo de las encuestas, que estoy convencido de que los ciudadanos apreciarían a un gobierno que tenga lo que hay que tener, siempre y cuando explique su política con pedagogía y no con autosuficiencia.

Progresista y Liberal

Me gustaría aclarar que no hay ninguna incompatibilidad entre ser progresista y ser liberal. Puesto a poner etiquetas (a veces parece que no sabemos como encajar a una persona hasta que le ponemos una etiqueta), definiría políticamente al blog y a mí mismo como social-liberal. Me gustan Solbes y de la Vega, aunque no me enamoran. Ideológicamente me tienta la tercera vía de Blair, pero me seduce más la socialdemocracia nórdica.

Me pirro por las suecas, danesas y holandesas (las socialdemocracias digo). Han demostrado con hechos que se puede tener simultáneamente prosperidad, casi-pleno-empleo y justicia social. ¿Quién da más? Desde luego que nadie da tanto. Ni los neoliberales EEUU, ni las utopías altermundistas.

¿Alguien duda de que Suecia, el país posiblemente con mayor igualdad de todo el mundo y con unas prestaciones sociales que para nosotros las quisiéramos, es progresista? No creo que nadie en su sano juicio. Lo que posiblemente es algo más desconocido es que Suecia, lo mismo que Holanda y Dinamarca son liberales hasta la médula. Sus economías están clasificadas entre las más liberalizadas y desreguladas del mundo y se toman muy en serio el libre mercado, nacional e internacional. Este es uno de sus secretos, que sin duda tiene que ver con su bajo desempleo y su prosperidad. El otro secreto es una alta presión fiscal que les permite proporcionar envidiables prestaciones sociales.

La ideología económica social-liberal se podría resumir a grandes rasgos en que la creación de empleo es cosa de las empresas, de modo que el gobierno tiene que quitar sus sucias manos de la economía, en cambio la compensación de las desigualdades y otros malestares sociales es trabajo del gobierno, que debe hacerlo a través del gasto social.

Por supuesto que no solo de economía vive el político. Desde el matrimonio homosexual, hasta la eutanasia, el liberalismo se define también por su vertiente social en cuanto a que demuestra su preferencia por la dignidad humana y la libertad de elección individual, frente a las presiones de la tradición o de una determinada confesión religiosa. Puede que no guste mucho en la Red Liberal, pero no hay duda de que todo esto forma parte del verdadero modo de pensar liberal.

Me aburren las bufonadas de los políticos españoles, así que es más que probable que prefiera postear sobre temas internacionales. Al fin y al cabo las fronteras son algo de lo más arbitrario y todos formamos parte de la misma raza humana y de la misma tribu llamada Planeta Barbaria.

Tampoco soy obseso incondicional de la política. Me encanta la ciencia y la historia y no me extrañaría que de vez en cuando coloque algún post más pedante de la cuenta.

Espero sacar tiempo para postear. ¡Que pereza da a veces! De lo que estoy seguro que sacaré ganas es de leer otros puntos de vista y aprender todo lo que pueda de las opiniones de los demás.

Nos leemos.

sábado, agosto 13, 2005

Red Progresista

La verdad es que esta semana he dejado bastante abandonada esta bitácora. La culpa es de Red Progresista, una nueva bitácora colectiva en la que se intercambian distintas opiniones que tienen en común una perspectiva un tanto zurda. Está abierta a nuevos participantes, con el único requisito de estar más escorado a babor que a estribor, y de cumplir con unas exquisitas normas de etiqueta.

Nos vemos en Red Progresista.

lunes, agosto 08, 2005

Los días que se lanzaron las mayores armas de destrucción masiva

Una vez más, está vez a cuenta del 60 aniversario, se vuelve una vez más a debatir si el más mortífero ataque con armas de destrucción masiva de toda la historia estuvo justificado o no. Jessica muestra estupendamente de qué va el debate en Tienes Mucho Que Decir. La Wikipedia es también una excelente referencia.

No puedo estar de acuerdo con Javier Ortiz cuando dice que es una inmoralidad la misma consideración de si había motivos suficientes. Pero sí pienso que la clave de cualquier juicio moral no está en las motivaciones, sean del tipo que sea, sino en que el propio acto de bombardear de un modo tan indiscriminado a civiles es un crimen de guerra. Uno de los mayores crímenes de guerra de la historia.

Es bien sabido que la historia la escriben los vencedores y no los enemigos y vencidos. Tanto las matanza de civiles artesanales, como la de Srebrenica, o cuando se han utilizado armas de destrucción masiva menos tecnológicas, como el gas nervioso de Saddam Hussein, han sido calificadas, como debe ser, de crímenes abyectos. Sin embargo, tanto muchos historiadores como la opinión pública occidental han sido más benévolos con la superpotencia atómica.

No puedo estar más de acuerdo con el acertado juicio que hizo en 1960 Leo Szilard, uno de los físicos que desarrollaron la bomba atómica: “Suponga que Alemania hubiese desarrollado dos bombas antes de que nosotros tuviésemos ninguna. Y suponga que Alemania hubiese lanzado una bomba, por ejemplo en Rochester, y otra en Buffalo, y que después de quedarse sin bombas pierde la guerra. ¿Puede alguien dudar de que habríamos tipificado el lanzamiento de bombas atómicas sobre ciudades como crimen de guerra, que habríamos sentenciado a pena de muerte a los alemanes que resultasen culpables de ese crimen en Nuremberg y los habríamos colgado?”.

En cuanto a los argumentos a favor del lanzamiento de las bombas, no dejan de ser versiones de la muy utilizada ley del embudo: ancho para el eje del bien y estrecho para el eje del mal. Plagiando a Szilard, diría que si los alemanes hubiesen utilizado bombas atómicas sobre ciudades británicas porque era necesaria para invadir Gran Bretaña minimizando la pérdida de vidas alemanas o para conseguir su rendición, diríamos que fue un horrendo crimen de guerra. Siempre que los alemanes hubiesen perdido la guerra claro, porque si la hubiesen ganado diríamos que Hitler fue un gran líder que no tuvo más remedio que utilizar todos los medios a su disposición para poner fin a una guerra cruel.

Luto por un tirano

Estupefacto me quedé cuando me dijeron que estuvimos de luto nacional por la muerte del tirano saudí fundamentalista y machista llamado Fahd. Iba a escribir una necrológica llena de elogios, pero la telaraña electrónica está llena de textos que me pueden ahorrar el trabajo. Esta carta al director escrita por Santiago César González Alba viene al pelo.